Durante el siglo XIX las potencias que habían llevado a cabo la revolución industrial, gobernadas ahora por la gran burguesía industrial, comercial y financiera dedicarán todos sus esfuerzos a la ocupación militar de gran parte del mundo. Los estados dedicarán grandes esfuerzos en crear ejércitos y marinas de guerra al servicio de esos intereses económicos con el fin de explotar económicamente a territorios más atrasados. De ellos obtenían materias primas muy baratas para la industria de la metrópoli y grandes mercados donde vender después sus productos industriales.
